Hipervigilancia sexual

Hipervigilancia sexual: ¿Por qué te cuesta perder el control y cómo solucionarlo?

Cuando hablamos de problemas para abandonarnos al placer sexual, solemos decir que somos demasiado controladores o controladoras. Pero, ¿sabías que esto es un mito? En realidad, lo que estás experimentando se llama hipervigilancia, y hoy vamos a desmontar esa falsa creencia para que puedas recuperar tu disfrute sexual pleno.


¿Qué es realmente la hipervigilancia?

La hipervigilancia es un estado mental en el que estás constantemente alerta, anticipando posibles problemas o amenazas durante las relaciones sexuales. Por ejemplo, estás pendiente de si vas a tener un orgasmo, de si mantendrás la erección, de si te dolerá la penetración, o incluso del desempeño sexual que tu pareja espera. Esta vigilancia constante no es control, sino una forma de ansiedad sexual disfrazada.

Cuando eres realmente una persona controladora en el sexo, estableces límites, comunicas claramente lo que deseas y luego simplemente te abandonas al placer sabiendo que puedes parar o ajustar en cualquier momento. Sin embargo, en la hipervigilancia no ocurre así; por el contrario, el miedo y la ansiedad dominan, bloqueando las respuestas de placer.


¿Por qué la hipervigilancia bloquea el placer?

La clave está en la amígdala, esa parte del cerebro responsable de las respuestas de huida o lucha. Cuando estás hipervigilante, la amígdala se activa y manda una señal clara: "¡Peligro!" Aunque no exista una amenaza real, tu cuerpo reacciona bloqueando la conexión entre las sensaciones placenteras y el centro cerebral del placer. Resultado: puedes sentir físicamente lo que ocurre, pero no experimentas satisfacción ni alcanzas fácilmente el orgasmo.

¿Te ha ocurrido alguna vez que disfrutabas enormemente con caricias y besos por todo el cuerpo, pero al llegar a los genitales, perdías la sensibilidad? ¿O quizá has tenido una erección perfecta durante los preliminares y, justo antes de la penetración, desaparece por completo? Esto sucede precisamente por la hipervigilancia.


¿Hipervigilancia o control?

Veamos algunos ejemplos prácticos:

  • Caso femenino: Si tienes miedo al dolor durante la penetración y te obsesionas con controlar cada movimiento de tu pareja, en realidad estás hipervigilante. Una persona controladora, en cambio, sería capaz de indicar claramente lo que desea, cómo lo desea, relajarse y detener cualquier acción si siente molestias.
  • Caso masculino: Si durante el sexo estás constantemente pendiente de mantener la erección o controlar la eyaculación, lo más probable es que pierdas ambas cosas rápidamente debido a la ansiedad que genera esta vigilancia.


Claves para salir de la hipervigilancia

La solución está en dos palabras clave: confianza y seguridad. Para lograr abandonarte al placer necesitas:

Comunicar límites y deseos claramente: Establece desde el inicio lo que te gusta y lo que no, para tener control real sobre la situación.

Crear seguridad en tu entorno: Esto significa confiar plenamente en que tu pareja respetará tus límites, te escuchará y entenderá.

Confiar en ti mismo/a: Cree en tu capacidad de disfrutar y deja ir el miedo al juicio o al fracaso sexual. No es un examen, ¡es una experiencia!

Aceptar que cada encuentro sexual es único: Lo que funcionó ayer puede no funcionar hoy y eso es completamente normal.


Ejercicios prácticos para combatir la hipervigilancia

Te propongo un método divertido y práctico para identificar cuándo estás cayendo en hipervigilancia:

  • Juego de los post-its:
    • Después de un encuentro sexual satisfactorio, anota rápidamente todo lo que hicisteis (cómo empezó, qué prácticas realizasteis, qué sensaciones tuviste).
    • Tras un encuentro insatisfactorio, repite el proceso. Coloca los post-its uno al lado del otro para identificar patrones comunes y diferencias.
    • Descarta los patrones que se repiten en ambos casos (no son problemáticos) y enfócate en lo diferente. Ahí tendrás pistas valiosas sobre qué genera tu hipervigilancia.

Este juego no solo te ayudará a entender mejor tu sexualidad, sino también a comunicar más efectivamente con tu pareja qué necesitas exactamente para disfrutar.


El papel de la comunicación en pareja

Muchas veces, la hipervigilancia se intensifica porque no comunicamos claramente nuestros deseos, expectativas y límites. Recuerda siempre utilizar el lenguaje desde el "yo":

  • "Yo siento más placer cuando hacemos esto..."
  • "Yo necesito más tiempo antes de la penetración..."
  • "Yo prefiero estimularme de esta forma..."

Así, evitarás que tu pareja se ponga a la defensiva y fomentarás un ambiente de aceptación y confianza mutua.


Superando el miedo al fracaso sexual

La ansiedad por no "estar a la altura" es una gran fuente de hipervigilancia. Aquí algunos consejos:

  • Normaliza que cada persona es diferente: No hay una manera universalmente correcta de sentir placer. Si necesitas estimulación del clítoris para llegar al orgasmo, ¡es perfecto! Si prefieres caricias prolongadas antes de los genitales, ¡es completamente normal!
  • Habla sobre sexo sin tabúes: Comparte abiertamente lo que te gusta y lo que no. Esto disminuye la presión y el miedo al rechazo.
  • Sé flexible: No trates cada encuentro sexual como una prueba. Es un juego, y como tal, debería ser relajante y divertido.


Cómo distinguir hipervigilancia de control real

  • Hipervigilancia:
    • Ansiedad constante sobre el desempeño sexual.
    • Bloqueo de las sensaciones placenteras.
    • Incapacidad para relajarte durante el sexo.
  • Control real:
    • Claridad sobre límites y deseos.
    • Capacidad de comunicar y modificar situaciones en tiempo real.
    • Facilidad para abandonarte al placer, sabiendo que puedes intervenir cuando lo desees.


Recupera tu placer

Recuerda que el sexo no debería generar estrés o ansiedad. Si te sientes identificado/a con la hipervigilancia, ¡no te preocupes! La buena noticia es que reconociendo este patrón ya estás en el camino hacia el cambio.

Practica la comunicación abierta, crea seguridad en tus relaciones sexuales y atrévete a soltar el miedo. Poco a poco, notarás cómo tu mente deja de estar alerta, la amígdala se tranquiliza, y finalmente recuperas la capacidad plena de sentir y disfrutar del sexo.


¡El placer está ahí, esperándote! ¿Te atreves a descontrolarte un poco?